LA MAYOR DICHA ...


Una pequeña niñita, bien vestida, contemplaba con gran entusiasmo las muñecas que había en la tienda. En una de sus manitos tenía una cierta cantidad de dinero obtenidas de sus propinas por su buen comportamiento. Al ver una muñeca que le gustaba, se daba vuelta y le preguntaba a su padre si tenía suficiente dinero para comprarla. A pesar de que él le contestaba que sí, ella seguía buscando hasta encontrar otra que le llamaba la atención, y volvía a preguntarle:

- papito ¿tengo suficiente dinero para comprar ésta?


Mientras la niña se entretenía buscando la muñeca perfecta, un niño entró en la tienda y comenzó a observar los juguetes que había al otro lado del pasillo. Su ropa estaba bien cuidada pero gastada, y su abriguito le quedaba muy apretado. Al igual que la niña, él llevaba dinero en la mano, pero era poco en comparación con ella.

A él también lo acompañaba su padre. Cada vez que le cautivaba uno de los juegos , su padre movía la cabeza, dándole a entender que no le convenía eso por que no le alcanzaría el poco dinero que traía.

Al fin la niña escogió la muñeca que más le gustó, una que se veía tan elegante qeu seguramente sería la envidia por todas sus amiguitas.

En eso la niña se dio cuenta de la conversación que sostenían el otro padre y su hijo. El niño, cabizbajo y desilusionado porque no podía comprar ninguno de los juegos que tanto añoraba. Al final se conformo escogiendo un álbum de colección de figuritas.

Luego se encaminó con su padre a otro pasillo, alejándose así de la niña, que había visto lo ocurrido con bastante congoja. La niña volvió a poner la muñeca selecta en el estante y corrió adonde estaban los juegos en la secciòn varones. Con renovado entusiasmo escogió uno que estaba encima de los demás que previamente el desilusionado niño lo había cogido , le dijo algo a su padre y se dirigió a toda prisa hacia la caja registradora para hacer su compra.

El niño y su padre hicieron cola para hacer el pago de lo comprado detrás de ella, la niña no pudo disimular el placer que sentía. Tan pronto como la cajera le entregó el paquete de la compra, la niña se lo devolvió y le dijo algo al oído (le entregas al niño que esta atrás de mi.......entre otras cosas màs). La cajera sonrió y colocó el paquete debajo del mostrador.

Luego atendió al niño y le dijo: ...



¡¡¡Felicitaciones! ¡eres mi cliente número cien y te has ganado un premio!


dicho esto, le entregó el jugete al niño, quien no pudo hacer más que mirarlo incrédulo. ¡es precisamente lo que queríaaaaaa! —exclamó bastante contento.

La niña y su padre fueron testigos de esta emocionante escena desde la puerta de la tienda. En el rostro de la pequeña se dibujaba una sonrisa de oreja a oreja. Al salir del almacén, su padre le preguntó por qué lo había hecho.

—¿no es cierto, papito, que mi abuelito y mi abuelita me dijeron que comprara algo que me hiciera muy feliz? le contestó la niña.

¡claro que sí, hija mía!
bueno, ¡pues eso es lo que acabo de hacer!




Así como aquella niña, todos tenemos lo suficiente como para darle a alguna persona
necesitada, aunque que sea comprensión y afecto.



"HAY MÁS FELICIDAD EN DAR QUE EN RECIBIR."



Y para concluir amig@s recuerden siempre que:

"Educar no es carrera para vivir, si no templar el alma para las dificultades que se presente en la vida; el saber y la razón hablan, la ignorancia y el error gritan; el hombre que hace algo puede equivocarse, pero aquel que no hace nada ya está equivocado; el hombre superior se culpa así mismo, en cambio el hombre inferior culpa a los demás; y por último el cultivo endereza a las plantas y la educación endereza a los hombres....



Nos despedimos con un cordial y afectuoso saludo, a la distancia donde se encuentren uds.


Dios bendiga a todos...